Por Pablo A. Cortés Del Pueblo

Nuestra Cofradía de Jesús Nazareno “El Rico” y María Santísima del Amor realiza su salida procesional cada Miércoles Santo, suponiendo el día más importante entre los cultos de esta corporación.

La del Miércoles Santo es una de las jornadas más señeras de la Semana Santa de Málaga, ya que desfilan algunas de las cofradías más antiguas y arraigadas en la ciudad. La procesión de “El Rico” es, sin duda, una procesión de las más destacadas, no solo por el acto de la liberación del penado, conocida en toda España y que atrae a miles de personas de todas partes, sino por la imagen  y la estética que la Cofradía, año tras año, pone en la calle. Hablamos de una estética puramente barroca, la imagen del Nazareno, conservadora de la identidad de la Málaga más auténtica, con peluca de pelo natural, túnica de cola bordada y cruz labrada, retrotrae a los devotos y espectadores a los años en los que la Semana Santa malagueña asentaba las bases de esta celebración.

 

El desfile comienza hacia la media tarde saliendo desde la propia Sede Canónica de la Cofradía, la Parroquia de Santiago, donde se forman las distintas secciones de Nazarenos. La cabeza de procesión avanza Calle Granada y ronda la Plaza de la Merced para salir a Calle Victoria, al encuentro con las imágenes de los Sagrados Titulares, que realizan su salida desde la Casa Hermandad. Es entonces cuando la procesión se completa y avanza hacia la Calle Alcazabilla atravesando la Plaza que desde hace unos años lleva el nombre de Nuestro Padre Jesús “El Rico”. Realizar la salida de este modo no es sino una muestra más de la profunda unión que existe entre la Cofradía y la Iglesia de Santiago, nuestra casa durante los 365 días del año desde hace siglos.

Una vez adentrados en Calle Alcazabilla, llegan las primeras estampas más representativas de nuestro desfile procesional. La gente se agolpa en los jardines para poder contemplar la imagen de los tronos de “El Rico” y María Santísima del Amor con el Teatro Romano y la Alcazaba como telón de fondo. Así, somos una de las pocas cofradías que mantienen su paso por uno de los rincones más bellos del Casco Histórico de Málaga. Un poco más adelante, se suceden dos encuentros muy especiales cuando nuestro cortejo pasa frente a la Cofradía de los Estudiantes, quienes abren sus puertas para que sus hermanos, junto a sus Titulares, nos saluden. Los hermanos de la Hermandad del Lunes Santo, repican sus campanillas mientras Nuestro Padre Jesús Nazareno “El Rico”, y más tarde, María Santísima del Amor, se mecen frente a la Casa Hermandad. Después, al girar la esquina, desde la Semana Santa de 2014, la Cofradía del Sepulcro nos espera a las puertas de su nueva sede, la Abadía de Santa Ana del antiguo Convento del Cister, para, al igual que los Estudiantes, saludar a nuestros Titulares.

Esta calle, la del Cister, es uno de los puntos más especiales para nuestra procesión. Tanto a la ida como a la vuelta, el paso de nuestros tronos bajo la imponente Catedral es una estampa que pocos se quieren perder. Al final de Cister, nos espera Santa María, en la parte más bella de esta calle, que se estrecha entre los muros del antiguo Hospital de Santo Tomás y la Capilla del Sagrario de la Catedral.

 

 

Y al girar la esquina, llega el momento más popular de nuestra procesión. En la Plaza del Obispo, a las puertas de la Santa Iglesia Catedral de Málaga, el Nazareno de Santiago y su Madre del Amor se encuentran frente a frente para llevar a cabo el mencionado y conocido acto de liberación del preso. Este acto se ha realizado en distintos lugares a lo largo de nuestra historia, forjando diferentes recorridos que han hecho que El Rico pasara por numerosos rincones. Hoy, y desde hace unos años, abandonamos el emplazamiento de la puerta del Palacio de la Aduana para realizar la liberación bajo el primer templo de la ciudad. Este lugar nos ha facilitado algo que ha hecho más mágico el momento de la liberación. Y es que, aquí, nuestros hermanos nazarenos se sitúan en las escaleras de la Catedral, haciendo que todos los que participamos en esta procesión seamos testigos de este gran momento.

Aquí se hacen ver la libertad y el amor. Para los hermanos y hermanas de esta Corporación, es un honor que nuestro Titular pueda materializar una de las grandes virtudes del hombre, la misericordia. Y se hace aún más grande cuando se culmina con la bendición de Jesús “El Rico”, ante todos sus fieles y devotos arrodillados.

 

Avanza nuestro desfile tras el acto y vamos en busca del Recorrido Oficial de nuestra Semana Santa. Digna de ver es la curva de entrada que, dada inestabilidad del suelo y lo cerrado de la curva, hace más monumental nuestra entrada a la Alameda Principal. Antes de llegar, nuestros Titulares se encuentran con la Cofradía de la Paloma, que avanza majestuosa hacia Calle Larios. Y una vez dentro del carril principal, somos nosotros los que saludamos a nuestros predecesores, la Archicofradía de la Sangre.  Si la Calle Larios es una vía señorial, esto se triplica al paso de los tronos de Jesús “El Rico” y María Santísima del Amor.

Una vez terminado el recorrido oficial, la procesión vuelve a buscar el refugio de la Catedral en la Calle Cister. Y justo antes de entrar aquí, tiene lugar otro de los puntos cúlmen de nuestro procesionar, la doble curva entre las calles Duque de la Victoria, San Agustín y Cister, dos curvas cerradas y muy próximas. Aquí, tanto el trono de “El Rico” como el de la Virgen del Amor, viven un momento mágico, con la “Manquita” brillando en el fondo, entre esquinas de edificios señoriales. Los portadores, ya cansados, cogen aire y realizan esta difícil maniobra a las órdenes de mayordomos y capataces. Se suceden los aplausos, los vivas a “El Rico” y a su Madre del Amor, se eriza la piel y se desborda la emoción. El Rico vuelve a casa, pero aún hay tiempo para repartir su misericordia.

 

De nuevo se suceden los saludos a las Cofradías del Sepulcro y Estudiantes, a quienes no les importa lo avanzado de la noche para esperarnos y darnos ánimo para llegar a casa. Ahora, la luz artificial decora los edificios, la Aduana, el Teatro Romano y la Alcazaba, y la tenuidad de la Calle Alcazabilla se rompe con el brillo que desprenden los tronos de Jesús “El Rico” y María Santísima del Amor”. Nos acompañan muchos, caminan junto a los Titulares y no faltan de nuevo los vivas y los aplausos. Pero más nos esperan al llegar a las puertas de la Casa Hermandad. La orilla sur de la Calle Victoria se llena de gente que se agolpa esperando ver uno de los encierros más conocidos de la Semana Santa de Málaga. Aquí, de nuevo el Nazareno y su Madre se vuelven a encontrar, esta vez, entre los hermanos y devotos que emocionados, animan a los portadores. Suenan marchas y saetas. Y en el último instante, nuestro pregonero, desde la Casa Hermandad, manda hacer sonar de nuevo la campana del trono de Jesús “El Rico”. Esta vez, ese aviso no es para levantarnos, sino para de nuevo arrodillarnos ante la imagen del Nazareno, quien repartirá su segunda bendición al pueblo malagueño.

Por último, llega el momento de encerrar los tronos. Entre aplausos y petaladas entran nuestros Titulares en la Casa Hermandad, se cierran las puertas, termina un Miércoles Santo más y arranca una nueva carrera de vivencias y promesas que volver a compartir con Jesús “El Rico” y María Santísima del Amor el año próximo.

 

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